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Devolver la libertad a caballos y demás grandes herbívoros salvajes
El naturalista inglés Abel Chapman (1851–1929) reparó en los caballos salvajes de las marismas de Doñana y escribió de ellos a finales del siglo XIX:
“Sobreviven sin ayuda de nadie todo el año por esas vastas llanuras y huyen, como gamos, ante la rara presencia del hombre”. […] “Ni el calor del verano, ni el frío ni la humedad del invierno, desalientan a esta recia raza que, en recompensa por su vida libre, regala a sus propietarios un contingente anual de robustos potros. Con gran dificultad, y tras largas y veloces carreras por estos llanos abiertos, los ganaderos separan, rodean y capturan sólo a los potros. Al verse atrapados, se vuelven verdaderos diablillos tercos y enfurecidos […] con su piel peluda desordenada, cubierta de lodo seco, mordiéndose entre sí, peleando y chillando con rabia salvaje —verlos en el corral, recién capturados, es, sin duda, una imagen insólita. Hay viejas yeguas de la Marisma a las que nunca el hombre ha llegado a ponerles un cabestro”. (Chapman y Buck 1893. “España agreste”, pag. 234.)

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Al poco de descubrirse en 1968 los tarpanes pintados hace 20.000 años en la cueva de Tito Bustillo, en Ribadesella, Asturias, Rodríguez de la Fuente acudió presto, en mayo de 1969, a ver y filmar dichas pinturas para su programa de TVE. Tras emitirse el documental, Miguel Angel García Dory, que acababa de inscribirse en la asociación ADENA/WWF–España y había fotografiado los caballos del Sueve justo aquel verano, constató el parecido de los asturcones que había captadado con su cámara con los de las pinturas de la cueva de Ribadesella. Mostró las fotos a Félix, así como un número de agosto de 1969 de la revista Asturias Semanal, en el que se denunciaba que los últimos caballos salvajes de Asturias se sacrificaban para carne.
Averiguar que sobrevivían a las nevadas y se defendían de los lobos en el monte, sin más manejo por los ganaderos que su captura en vivo una vez al año, además de su parecido con los caballos de la cueva de Tito Bustillo, situada a 20 km del Sueve, le bastó a Félix para ver que estaba no ante los tarpanes, piezas clave de la fauna ibérica.
Como vicepresidente y alma mater de ADENA/WWF, hizo que esa entidad impidiera la extinción de aquel caballo salvaje. En julio de 1970 acudió con Dory a la pesca del Asturcón en la sierra del Sueve que, como en la saca de yeguas de Doñana, se capturan a principios de cada verano para llevarlos al matadero. Compraron la docena de ejemplares más puros que quedaban y, además de salvarlos de la muerte, lograron que los propios asturianos empezaran a valorar aquel caballo de monte, pequeño como un tapón, pero duro como una roca, dotado de la inteligencia y la fuerza necesaria para sobrevivir
Año1967, de dcha a izq.: Félix Rodríguez de la Fuente, José Antonio Valverde y el guarda José Boixo, cabalgando en las dunas de Doñana.
Pintura paleolítica del tarpan ibérico Y foto del caballo salvaje asturcón.
rodeado de depredadores y de las inclemencias climáticas.
Lo mismo había hecho Valverde en 1966 en Doñana, donde evitó in extremis la extinción de los caballos de las Retuertas a pesar de que se les considerara, y lo que es más increible, aún se les considere, incluidos los biólogos de la EBD, ganado y no tarpanes.Los ganaderos de hoy –como hacía en el siglo X ya Almanzor– se limitaban a la saca de yegüas cada mes de julio, aprovechando la marisma seca, para venderlas.
Durante medio siglo a ningún biólogo se le ocurrió ver en estos animales al tarpán, hasta que en 2014, el expertoen equinos salvajes de la universidad israelí de Nejev, Amos Bouskila, inició los primeros estudios de etología de los caballos de la RBD de Doñana. Constató que estos animales, cuya última manada de veinte ejemplares sobrevivió hasta los años setenta en la zona de arenas movedizas del Coto de Doñana denominada Las Retuertas, son increiblemente resistentes a los parasitos y están adaptados de forma extraordinaria para sobrevivir en hábitats extremos.
i.
Losinos burgaleses
Otro intento recuperar caballos salvajes en España fue el de Ricardo de Juana en las dos últimas décadas del siglo XX, a partir del caballo losino o jaca burgalesa. Este representante del caballo castellano, también conocido como «de la Meseta», Thieldón, Celdón o Fieldón, autóctono de la provincia de Burgos, estuvo a punto de extinguirse a mediados de los años ochenta del siglo XX. Ricardo de Juana inició su «Proyecto de Recuperación y Cría en Pureza del Caballo Losino» y mantuvo una población de 300 ejemplares de pura raza en régimen de semilibertad en las sierras de Pancorbo (Burgos). De Juana, como Félix Rodríguez de la Fuente, cree que las razas ibéricas descienden de los caballos del Paleolítico.
Pottokas vascos
El asilvestramiento de razas de caballos ibéricos ancestrales tiene un ensayo fuera de serie en la labor de Lucy Rees, en Piornal, Cáceres, al norte de Extremadura. Está mujer británica aún mantiene allí, desde hace 20 años, manadas que suman más de 100 ejemplares pottoka, variedad racial del caballo ibérico del norte de España que sobrevivió en el País Vasco.
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