NOTA de prensa

de fecha 03/06/2021

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EL ENIGMA DEL BISONTE IBÉRICO

La desaparición del bisonte de Altamira es un misterio sin resolver. Y es vital que se resuelva. De saber cómo desapareció –averiguar si pudo llegar a vivir en España en su forma actual– depende el que se deje regresar a esta especie y nos ayude a cambiar la economía de la España Vacía.

El libro “Bisonte ibérico” de Benigno Varillas, recién publicado, indaga en este oscuro capítulo de la historia de este animal, clave para el funcionamiento de los ecosistemas en Europa, que fue decisivo en el Paleolítico, hace más de 10.000 años, y lo vuelve a ser en el Biolítico, la nueva era post–pandemia a iniciar con ese Plan Marshal, que esta vez si llega a España, para reconstruir la economía tras haber alcanzado el límite de endeudarnos e hipotecar a las generaciones futuras. 

Es la oportunidad de hacer productiva la España rural subvencionada a costa de contribuyente y hacerla rentable por acoger en ella a teletrabajadores de la Sociedad de la Información atraídos por la causa de recuperar la fauna europea para sustituir la ganadería neolítica por una economía digital que trabaje en la biotecnología que produzca alimento con cultivos celulares, no con métodos de hace 5.000 años, no competitivos, y genere una economía digital junto a la Realidad Virtual, la Inteligencia Artificial y demás nichos de empleo y riqueza de las nuevas tecnologías.

El bisonte, venerado por los españoles y demás europeos magdalenienses. Pintado una y otra vez en el arte rupestre con más esmero que ningún otro animal, otorgándole el lugar destacado en las cuevas. Resulta que ahora no es bien recibido en España. Se le niegan los papeles para que pueda recuperar su territorio, aportarnos carne y, sobre todo, el gancho que capte cerebros.

Tras el último cambio climático, ocurrido hace 10.000 años, el bisonte Bison priscus, derivó en un bisonte adaptado al clima actual, Bison bonasus. Así ocurrió de Francia a Rusia, pero, según dos asesores del Gobierno español, eso no ocurrió en España. El argumento es que hasta la fecha nadie encontró un fósil de bisonte europeo actual. Por ese motivo se oponen a que vuelva a España como animal salvaje, obligando a los 150 bisontes que varias iniciativas privadas han traído desde 2010, a manejarle como ganado doméstico y no como la especie salvaje que es.

Nadie explica cómo el bisonte pudo dejar de existir en España y no en el sur de Francia. Para aclararlo, el biógrafo de Rodríguez de la Fuente, Benigno Varillas, sigue una pista que encontró investigando la vida del divulgador de la naturaleza. A medidos del siglo XX, cuando tenía 20 años, Félix se tumbó en el suelo de la cueva Altamira a contemplar los 17 bisontes pintados en el techo. La experiencia le suscitó la hipótesis de que los bisontes y demás animales del arte rupestre eran un decorado que ayudaba, con la acústica de las cuevas, a fijar en el cerebro el conocimiento acumulado en miles de años de evolución. Facilitaba la concentración y la onda requerida para transmitir terabites de información con la voz, de unos cerebros a otros. 

Rodríguez de la Fuente había desarrollado la memoria, oratoria y vivencias que le permitieron la técnica de comunicar que le llevó al éxito. Compuso mentalmente más de 10.000 páginas y las transmitió hablando, sin escribirlas ni leerlas y por eso los bisontes le suscitaron esa hipótesis. Afirmó que “trabajo le costaba aplicar la técnica oral paleolítica”. Lo hizo de forma efectiva. Cambió el rumbo destructor que imperó hasta 1980. Días antes de encontrar la muerte en accidente de avioneta, presentó la Estrategia Mundial de Naciones Unidas, UICN y WWF para cambiar el modelo productivo e iniciar la transición a una economía sostenible. Su muerte retrasó en medio siglo la transición ecológica a la que fuerza el virus que nos lleva a tocar fondo.

La pista seguida por el autor de este libro para indagar la extinción del bisonte hace 10.000 años se la dio el viaje a Canadá de Rodríguez de la Fuente buscando a los paleolíticos de la cultura del bisonte que allí hubo hasta el siglo XX “para ver en ellos la faz del pintor de Altamira”. Varillas indaga en qué medida los paralelismos de Canadá hasta hace un siglo y de España hace cien siglos, podrían explicar si el bisonte actual no es que no existiera nunca en España, sino que los colonos neolíticos asiáticos que invadieron los cazaderos paleolíticos españoles los eliminaron con virus y armas como exterminaron a los bisontes los colonos ingleses en América sin dar opción a que Bison bonasus dejara ese hueso fósil del que ahora depende el futuro de los jóvenes y de la economía rural de la España vacía.

Más información en el libro “Bisonte ibérico” (www.elcarabo.com). Periodistas que quieran ampliar esta información pueden dirigirse a: benigno.varillas@gmail.com 

t.

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