La Operación Política de 1977 que hubiera hecho posible la Transición Democrática y la Ecológica a la vez

Fernando González Bernáldez habría sido un ministro de Educación y Ciencia revolucionario

 

por Benigno Varillas *

En el verano de 1975 Fernando González Bernáldez fue llamado, a sus 43 años de edad, a protagonizar dos momentos claves en la historia de la naturaleza española. Le convocaron por separado los grandes pioneros de la conservación, José A. Valverde y Félix R. de la Fuente. Ambos coincidieron en tirar de él cuando buscaban una persona sobresaliente, capaz de afrontar grandes retos. Dice mucho de nuestro recordado profesor.

 

En julio de 1975, el zoólogo José Antonio Valverde propuso al dictador Francisco Franco nombrar al catedrático de Ecología, Fernando González Bernáldez, sucesor suyo al frente de la Estación Biológica y del Parque Nacional de Doñana. Un informante, que tachó a Bernáldez como simpatizante del anarquismo, hizo que le vetaran. 

Poco después, en septiembre de ese mismo año, Félix Rodríguez de la Fuente le resarció, en cierto modo, presentándole ante sus radio escuchantes como un gran científico, adalid de Doñana. Intervino Bernáldez en la radio junto a José Mayorga, miembro del WWF–Internacional que presidía el Príncipe Bernardo de Holanda. Fueron entrevistados por Félix para apuntalar la primera emisión de un nuevo programa que reclamaba el desarrollo sostenible.

Valverde y Félix en 1968 en las dunas móviles de Doñana que Bernáldez investigaba por esa fecha
José A. Valverde y Félix R. de la Fuente cabalgan en 1968 por las dunas móviles de Doñana que Fernando G. Bernáldez investigaba por esa fecha

Valverde y Rodríguez de la Fuente necesitaban para aquellas tareas alguien de personalidad excepcional, capaz de crear escuela científica uno y opinión el otro; una persona valiente y decidida, con una sólida formación, que tuviera autoridad intelectual y prestigio; un científico rompedor, que trajera aires frescos.

Aquella primavera, y ya la anterior, Valverde había sufrido varios infartos seguidos. Tras casi un año de baja médica, en el que el zoólogo Javier Castroviejo asumió la dirección interina de la Estación Biológica de Doñana, Valverde decidió, retirarse a los 49 años de edad, y dejar en manos de Bernáldez el centro que, con el apoyo del WWF–internacional, había logrado crear, diez años antes. 

Félix también pensó en Bernáldez para iniciar una nueva etapa en su estrategia de comunicar, pasando de contenidos narrativos atemporales a otros comprometidos y de acción. Iba a inaugurar el periodismo ambiental en España. Al primero que pidió respaldo científico para esa nueva singladura fue a Bernáldez.

En el verano de 1975 Félix Rodríguez de la Fuente tenía 47 años de edad. Llevaba una década inculcando el interés y el respeto hacia la naturaleza con sus intervenciones en televisión. Había logrado dar un giro de 180º a la conciencia ambiental de los españoles y consideró llegado el momento de hacer un programa de radio aún más combativo, radical, como nunca hasta entonces se había visto. Lo inició con un ataque frontal a los destructores de Doñana. Semejante atrevimiento, en plena dictadura, amordazada como estaba España por la censura de prensa, requería un buen grado de osadía.

Hacía cuarenta años que Franco mandaba con mano férrea. Lo hizo hasta poco antes de morir, el 20 de noviembre de 1975. Todavía aquel verano, a sus 84 años, desoyó la petición de clemencia del Papa para conmutar la pena capital por la de cadena perpetua a cinco jóvenes, de entre 20 y 33 años de edad, fusilados por asesinar a varios policías tras sumarse a los que se oponían a la dictadura con la lucha armada. 

A Franco, cazador y pescador asiduo, le interesaba la naturaleza a su manera. Apoyó  propuestas que le llegaron. Así, el ornitólogo Francisco Bernis y los bodegueros Manuel y Mauricio González le enviaron en 1952 un informe solicitando clemencia para Doñana; en 1964, Félix Rodríguez de la Fuente le rogó que los ingenieros de Montes no le derribaran las halconeras del recinto ferial de la Casa de Campo; en 1969, Valverde le solicitó que desbloqueara la declaración de Doñana como Parque Nacional y, en 1970, Rodríguez de la Fuente volvió a enviarle una carta pidiéndole interviniera ante la dirección de TVE para que les ordenara dejaran de boicotearle. 

Las cartas al Caudillo, instándole a frenar el afán destructivo de sus funcionarios, nunca obtuvieron respuesta, pero tras todas ellas la presión cesó. Así que en 1975 Valverde volvió a usar esa vía para impedir que, aprovechando su dimisión por motivos de salud, varios popes de las ciencias naturales, anularan la Estación Biológica de Doñana.

Enfermo, pero no vencido, escribió al Jefe del Estado proponiendo, como dijimos, que le sucediera el entonces Catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, Fernando González Bernáldez, estudioso de las dunas de Doñana, y se nombrara a Javier Castroviejo subdirector, para entre ambos gestionar la EBD y el territorio de la reserva, amenazado por todas partes. Pero mejor leer de su pluma lo que escribió de aquel momento histórico en sus memorias:

“Consejo médico postinfártico: ‘O deja la dirección de Doñana, o Doñana le deja a Vd. porque los milagros no se repiten’.  Con tres chicos era para pensárselo. Realmente no podía con el trabajo, y las riendas se me caían de la mano. (…) Hubo una reunión de directores de centros del CSIC en El Escorial, donde manifesté ya la necesidad de un sustituto, y otra en Madrid. Estaban dándome el nombramiento de consejero cuando tuve un angor tan fuerte que apenas pude levantarme a recogerle y ni siquiera pude dar la mano al presidente. A continuación se inició la reunión de directores, y me levanté para explicar a las filas que mi tiempo había cumplido, y era necesario buscar un sustituto en funciones que por un año y con doble mando demostrara su efectividad”. 

 

Valverde, además de director de la EBD, era director del Parque Nacional de Doñana desde su declaración, en 1969, hasta 1975, en que, durante su hospitalización, se le sustituyó. Continua Valverde su relato de aquel difícil momento:

    “Doñana era muy codiciada y así en la última semana de julio, cuando se cometen las tropelías administrativas, la División de Ciencias del CSIC decidió nombrar el sustituto sin tener para nada en cuenta el interés del centro, ni consultarme siquiera. Un anónimo telegrama me avisó de lo que se tramaba, y yo hube de reaccionar en dos formas: a) informando a la más alta autoridad del Estado que había muchos ojos internacionales vueltos hacia Doñana, para la que había que proponer una dirección digna, y b) indicando al ministro y personalidades que el abrumador predominio de Edafología estaba hundiendo toda otra actividad en el Consejo, que precisaba nueva estructuración. (…) Meditándolo mucho, había yo propuesto como sucesor al salmantino Fernando González Bernáldez, una cabeza privilegiada, y como vicedirector a Castroviejo. Desdichadamente Fernando había estado un tiempo en Alemania, evolucionando hacia un anarquismo que le hizo malquisto en El Pardo, y Castroviejo fue electo”.

 

Valverde, compañero de Bernáldez en la carrera de Biología

 

En 1957 Valverde fue contratado como preparador del Centro de Investigación de Zonas Áridas en Almería. El secretario general y fundador del CSIC, el miembro del Opus Dei, José María Albareda, le puso como tarea que hiciera la carrera de Biología y el doctorado para poder crear y darle la dirección de la Estación Biológica de Doñana que Valverde le solicitaba. Dado que Valverde trabajaba en Almería, hizo la carrera a distancia, pidiendo apuntes de clase a sus compañeros y acudiendo a la Universidad Complutense de Madrid solo a examinarse. En un documento redactado como borrador de sus memorias, describió cómo entró en contacto con Fernando González Bernáldez:

Fernando G. Bernáldez y Catherine Levasseur en 1964 en la boda de José A. Valverde, celebrada en el recinto del CSIC en Madrid.

“Le conocí hace más de treinta años, en otros tiempos y otro CSIC, cuando Albareda me ordenó terminar Biológicas. Las antiguas Ciencias Naturales habían cambiado de nombre hacía poco y comenzaban a despegar. En Madrid había ya como unos 30 alumnos por curso. Eliminando la gente de faldas, esto es mujeres y curas, que inevitablemente acababan en la enseñanza media, tan solo quedaban unos cuatro potencialmente interesantes.

Metido en la carrera llegué a la asignatura formativamente más importante para un zoólogo, Invertebrados no Artrópodos, que daba Alvarado. Pregunté por el mejor alumno de los cursos anteriores para pedirle sus apuntes. Como todos coincidieron en que era González Bernáldez, fui a verle y de ahí arrancó una relación amistosa que se mantuvo hasta el fin. Siempre le tuve por un superdotado, y no lo ocultaba a terceros. Nunca fuimos en realidad grandes amigos, ni hablamos mucho, pero creo había estimación mutua.

Los apuntes de Fernando eran claros, exhaustivos y no muy cuidados. Revelaban una personalidad poco convencional, aunque aparentara entonces tenerla. Daba la impresión de llevar puesta una chaqueta que le viniera estrecha. Cuando nos conocimos un poco más, supe por qué.

A poco me hizo la inusual propuesta de invitarme a comer en su casa para hablar con su padre. Éste le había autorizado a estudiar Biológicas a condición de hacer al tiempo una «carrera seria», como Derecho, a la que le exigía dedicar las tardes. A Fernando, naturalista hasta la médula, le exasperaba esa exigencia y esperaba de mi que convenciera a su padre de que los biólogos también tenían un futuro. Comí pues con la familia, donde Fernando defendía la seriedad de la biología argumentando que, si dedicándole solo unas horas a Derecho, sacaba matriculas, mientras que trabajando intensamente en Biológicas no lograba tanto, era evidente la diferencia de jerarquía entre ambas.

Cuando hubo ocasión para volver al viejo proyecto de ir a Guinea, Bernáldez me pareció un compañero ideal. Le propuse irnos juntos cuando acabáramos la carrera, para hacer un trabajo ecológico al estilo del de Aves del Sahara y le dejé un ejemplar del libro, que por cierto le gustó, y creo que contribuyó mucho a hacer de él un ecólogo. 

Pero no fuimos a Guinea ni a parte alguna juntos. Marchó a Alemania, y cuando al regreso cenamos en un restaurante del Paseo de la Habana de Madrid, encontré un Fernando que en nada se parecía al anterior. Exaltado, idealista furibundo y probablemente anarcocomunista consciente. La experiencia alemana le había cambiado por completo.

No mucho después, me preguntó si aspiraba yo también a la cátedra de Ecología de Sevilla, que estaba él preparando con Margalef, y le tranquilizó saber que no. A mí me interesaban los vertebrados. La ecología solo resultaba atrayente en función de éstos y de su evolución, mientras que Fernando trabajaba en fisiología vegetal, le encantaban las mariposas y reunía estupendas cualidades de ecólogo.

Cuando obtuvo la cátedra de Ecología en la universidad de Sevilla, quiso trabajar en Doñana. Le cedí espacio en el laboratorio Luis Bolín. Con él se formó su sucesor, García Novo, que conoció Doñana entonces, y muchos de sus alumnos estudiaron lepidópteros y vegetación en el Coto. Hizo un trabajo importante con Allier, introduciendo aquí nueva tecnología ecológica.

Luego, cayéndoseme de las manos las riendas de Doñana y estando yo muy tocado del corazón, Fernando vino a ser mi única esperanza para asegurar el porvenir de la Reserva. Le propuse pues a Franco como sucesor, porque sabía que era el mejor candidato, y sin querer tener en cuenta su ideología, como ya he contado. Supongo que su rechazo por El Pardo fue político, ya que científicamente era intachable. 

Antes de dejar la cátedra de Sevilla para irse a la Complutense pasó a verme. «Vine aquí», dijo, «pensando que entre Galiano, tú y yo, formaríamos un triplete que permitiera una labor importante. Al no ser así, prefiero irme.» (…) Sé del hueco que dejó, como hombre abierto, batallador y equilibrado, nada dispuesto a dejarse influenciar. Manejaba el ruso, y le dolía que la ciencia soviética fuera dejada de lado por los anglosajones, o asimilada, sin agradecerla, como tantas otras. El mundo de los científicos que volvían de EE.UU. rodeados de una aureola de virtuosa autocomplacencia le hacía sonreír.” 

 

Bernáldez, ministrable del Gobierno de Transición Ecológica de FRF que nunca fue

 

La buena opinión que de Fernando González Bernáldez tenía Valverde, la compartía también Félix Rodríguez de la Fuente (FRF), no así el dictador Francisco Franco, como bien vimos. Situar y describir el momento histórico en el que se produjo el rechazo del franquismo hacia la persona de Fernando, es de alto interés, para ver en qué manera el reto de la transición ecológica, que ahora es objetivo de Estado, tuvo su gran oportunidad hace 45 años y Bernáldez hubiera sido reclamado, sin duda, para participar en ella.

Es más que posible que todo fuera una cadena de coincidencias, e incluso, si se trató de una operación de mayor calado, se conformara de manera más o menos casual. Lo que si es seguro es que fue desbaratada, probablemente también por una cadena de sucesos sin relación entre quienes provocaron el fracaso de un posible cambio. 

El  resultado histórico concreto fue que, entre la mala suerte y la mezquindad, se dio al traste con una oportunidad única, que pudo haber reconducido la deriva de la sociedad humana en este Planeta.

Franco traicionó a la República y también a los que le pusieron al frente de la sublevación para acabar con ella. La guerra civil española la provocó la nobleza para restaurar la monarquía, no para que un militar cogiera gusto a vivir en palacio y se erigiera “Caudillo de España por la Gracia de Dios”, como rezaba en las monedas de curso legal, que acuñó con su efigie, impidiendo que Alfonso XIII, o, una vez fallecido en 1942, su heredero al trono, Don Juan, volvieran del exilio al que les abocó el que en 1931 ganaran las elecciones los partidarios de la república. 

En 1972, un Borbón se casó con la nieta de Franco. La unión con un posible heredero de la Corona abría la posibilidad de que los descendientes del Generalísimo heredaran, sin más, la Jefatura del Estado, manteniendo así el poder y los privilegios del régimen dictatorial, perpetuando el franquismo sin Franco.

Tras el asesinato, en diciembre de 1973, del Presidente de Gobierno, el almirante y miembro del Opus Dei, Carrero Blanco, la derecha franquista intentó que el dictador cambiara al sucesor que había elegido, Juan Carlos, por el yerno de su única hija, Alfonso de Borbón. 

El padre de Alfonso, hijo primogénito de Alfonso XIII, había renunciado a sus derechos dinásticos por tener una enfermedad crónica, de modo que éstos pasaron al siguiente hermano, Don Juan, padre de Juan Carlos. Pero al no haber sido coronado rey su tío, Alfonso sostenía que ocupaba el primer puesto en la línea de sucesión de Alfonso XIII, no su primo Juan Carlos.

En el libro “Luchar lo libre”,que narra la transición de la dictadura a la democracia desde las vivencias de los naturalistas que la protagonizamos, ilustramos esa tensión dinástica. Reflejaba la existente entre los anclados en el Antiguo Régimen y los sectores que intentaron un nuevo orden mundial que impidiera se repita una Gran Guerra como la que asoló Europa entre 1936 y 1945. Dos hechos, ocurridos el 13 de enero de 1975, ilustran esos dos frentes. Aquel día, el presidente de Gobierno, Arias Navarro, se reunió en una cacería con Alfonso de Borbón; el suegro de éste, yerno de Franco, el Marqués de Villaverde, y otros integrantes de la familia del Caudillo. Ese mismo día se reunían también, pero para inaugurar una reserva de protección de la fauna salvaje, en las hoces segovianas del río Riaza, el Príncipe Juan Carlos, presidente del WWF–España; el Príncipe Bernardo de Holanda, presidente del WWF–Internacional y Rodríguez de la Fuente, vicepresidente del WWF–España. En ambos encuentros la conversación sobre el futuro de España tuvo que ser diametralmente opuesta. 

Durante 35 años, Franco había ejercido los cargos de Jefe de Estado y de Presidente de Gobierno. En 1973, con 81 años, delegó la Presidencia de Gobierno en el almirante Carrero Blanco. En aquel Gobierno, sin Franco directamente al frente, se encomendó la seguridad del Estado a Arias Navarro, nombrado ministro del Interior. Nueve meses más tarde el Presidente volaba por los aires en un atentado. En lugar de apartar a Arias Navarro, por haber fallado todas las medidas de seguridad de forma inexplicable, se le nombró Presidente de Gobierno, relegando al vicepresidente, Torcuato Fernandez Miranda, preceptor del Príncipe Juan Carlos, que había tomado interinamente el control del Gobierno tras el magnicidio. 

Fue bajo el primer gabinete de ministros de Arias Navarro, que duró de enero a diciembre de 1974, cuando se produjo el intento de cambiar a Juan Carlos por Alfonso de Borbón como sucesor de Franco en la Jefatura del Estado, y cuando Franco vetó a Bernáldez para llevar la dirección de Doñana. 

Muerto Franco, el 20 de noviembre de 1975, Arias Navarro formó un nuevo gabinete de ministros, que gobernó de enero a julio de 1976. En ese periodo “alguien de arriba”, el exdirector del ICONA José Lara no quiso decir quién, ordenó retirar el apoyo que el Ministerio de Agricultura prestaba a Rodríguez de la Fuente para filmar la serie de TVE, El Hombre y la Tierra. 

El Príncipe Juan Carlos tuvo, pues, que atajar en 1975 el intento de cambio de planes de última hora y, tras ser coronado Rey, seguir peleando hasta quitarse de encima al Presidente Arias Navarro quien, por haber sido nombrado a dedo por el dictador, se consideraba el guardián del espíritu del 18 de Julio. Lo consiguió hacer, por fin, nombrando Presidente de Gobierno a Adolfo Suárez el 1 de julio de 1975. El siguiente paso era mandar a casa, a base de prebendas, a los diputados de las Cortes franquistas. Tenían por ley que aprobar ellos mismos la propuesta de su disolución. Escollo que solventó Torcuato Fernandez Miranda, Presidente de las Cortes. 

Al iniciarse la transición a la democracia Félix Rodríguez de la Fuente se salvó in extremis, aunque momentáneamente, ya que las fuerzas que le combatían siguieron actuando hasta su muerte en 1980 y aún después.

Rodríguez de la Fuente mantenía buena relación con el marqués de Villaverde, pero en la disputa dinástica estaba al lado de Juan Carlos y, más aún, de los que apoyaban al príncipe español a nivel internacional, el círculo impulsor de Naciones Unidas, de la Unesco, la UICN y el WWF, que tenían en el Príncipe Bernardo de Holanda, fundador del Club Bilderberg, el principal nexo de unión con España, y más concretamente con Valverde y con Rodríguez de la Fuente.

Al final se impuso Juan Carlos y su plan de instaurar una democracia como las del resto de los países de la Unión Europea, en la que España aspiraba a entrar como miembro de pleno derecho, lo mismo que en la OTAN, tras cuarenta años de aislamiento por la dictadura. 

Naciones Unidas, UICN y WWF, estaban redactando la Estrategia Mundial para la Conservación, cuya solemne presentación en público, ante los Reyes y el Gobierno, el 4 de marzo de 1980, fue el último acto de Félix, al morir nueve días después en accidente de avioneta. 

En el libro “Luchar lo libre” detallamos cómo se desbarató el plan para que Rodríguez de la Fuente encabezara la candidatura del Partido Ecológico que se legalizó, junto a otros 150 nuevos partidos políticos creados para presentarse a las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. El intento se tachó de banal, de mera locura de sus promotores. Probablemente lo fuera, pero hoy, con la perspectiva del tiempo, se ve la dimensión que pudo tener, si es que existió, aquella “operación política”, como la calificó Rodríguez de la Fuente en abril de 1977. Fue “el año que perdimos el tren”, también palabras textuales de Félix, dichas en 1978 en una reunión de la Comisión Interministerial de Medio Ambiente que presidía el ministro de Obras Públicas, Urbanismo “y Medio Ambiente”, como quiso Joaquín Garrigues bautizar su cartera ministerial en el primer Gobierno elegido democráticamente. El Partido Liberal de Garrigues era otra pieza clave para que España hubiera podido encauzar, no solo su transición a la democracia, sino también la transición ecológica hacia un modelo económico sostenible.

Una serie de acontecimientos desbarataron aquella posibilidad. En 1976, al año de aquel encuentro en la inauguración de la reserva de Montejo, en Segovia, entre el Príncipe Juan Carlos, Félix Rodríguez de la Fuente y el Príncipe Bernardo de Holanda, éste último no pudo organizar su importante reunión anual del Club Bilderberg, única vez que eso ocurrió desde 1954 que se instauró hasta el presente. Un escándalo se lo impidió. Le forzó también a dimitir de la presidencia del WWF–Internacional, al descubrirse el pago de una comisión de un millón de euros por intermediar en la compra de unos aviones militares, sector al que Bernardo estaba vinculado profesionalmente. El dinero lo destinó, junto con otra cantidad similar sacada de subastar dos obras de arte familiares, una de ellas un cuadro de Murillo, a financiar comandos de mercenarios contratados por el WWF para impedir, a tiro limpio, que los furtivos exterminaran a los rinocerontes para comerciar con sus cuernos. 

El Principe Bernardo, delegó la presidencia del WWF Internacional en su primo Felipe de Edimburgo, marido de la Reina de Inglaterra, y siguió organizando las reuniones del Club Bilderberg hasta su muerte, en 2004. Continuó en estrecho contacto con España y en 1978 concedió a Félix Rodríguez de la Fuente la condecoración de la Orden del Arca Dorada, un galardón que creó en Holanda, en 1971, para distinguir a personas con una trayectoria relevante en la conservación del Planeta. Cuando se lo otorgó a Félix, solo se lo había dado a 50 personas en todo el mundo. Una lista de las personas más capaces para que en sus países de origen germinara la idea de un Gobierno mundial. Hacer frente a los grandes retos ambientales, a los que ya entonces se sabía habrá de enfrentarse la humanidad, era el trasfondo de aquella “operación política”.

El siguiente escollo para que España hubiera emprendido la transición a la democracia y la transición ecológica a un modelo de desarrollo sostenible, fue que Suárez, tras realizar el trabajo que se le encomendó –desmontar sin ruptura las estructuras del régimen franquista y legalizar los partidos políticos– no estaba por la labor de ceder, tan solo un año después, el poder político. Se movilizó para impedir que Rodríguez de la Fuente se presentara a las elecciones de 1977, temeroso de que con un programa de cambio ilusionante, su popularidad y el respaldo internacional que habría recibido, le arrebatara la presidencia.

Inesperada y curiosamente, a la oposición que mostró UCD se unió el rechazo de unos pocos pero activos ecologistas, que dirigían asociaciones como Aepden en Madrid y otras regionales. Se movilizaron para oponerse al Partido Ecológico creado para ofrecer a Rodríguez de la Fuente la estructura política legalizada con la que presentarse a las elecciones. 

Finalmente, los últimos escollos fueron ya insalvables: en 1980 morían Felix Rodríguez de la Fuente y Joaquín Garrigues, uno en accidente y otro de un cáncer fulminante, a la edad, respectiva, de 51 y 47 años.

Desde el inicio de ese vertiginoso proceso político, Bernáldez, que también moriría prematuramente, víctima de un cáncer, a los 59 años, estuvo solicitado por unos y otros. Como hemos descrito, tras ser vetado por Franco para el puesto de director de la Estación Biológica y del Parque Nacional de Doñana, que proponía Valverde, fue requerido en 1975 por Félix Rodríguez de la Fuente para presentar cara al expolio de la costa, la desecación de las zonas húmedas y el mal uso de los recursos hídricos, que caracterizaron el régimen franquista, cuando éste aún ejercía todo el poder represor con sus leyes de censura y castigo a toda crítica al régimen. En junio de 1977 asistió como invitado de honor a la asamblea promotora de la Federación del Movimiento Ecologista de Valsaín, Segovia y luego participó  en numerosas acciones conservacionistas.

¿Hubiera entrado Bernáldez en política con un gobierno que, tras ganar las elecciones  de 1977, planteará ensayar en España el modelo de transición ecológica de la Estrategia Mundial de Naciones Unidas para conservar el Planeta? 

Probablemente. De hecho lo hizo, a un nivel mucho más bajo del que le correspondía, cuando se formó el primer gobierno socialista en 1982. Aceptó el compromiso de ayudar, desde el cargo de Subdirector General de Medio Ambiente. Su intento de ecologizar a la Administración Pública del Gobierno socialista “del cambio” duró seis meses. El PSOE era incapaz de cambiar el sistema. Sus miembros se sentían a gusto en él, ajenos a los conceptos y objetivos de un modelo sostenible. 

Félix abordó en 1975 un periodismo reivindicativo, movilizador de la sociedad, inaugurando y estableciendo la pauta con una entrevista a Fernando González Bernáldez, que hay que entender como una declaración de intenciones. Explicó lo que pretendía hacer en la introducción al primer capítulo, emitido por Radio Nacional de España el domingo 7 de septiembre de 1975, a las 12,00 horas, en la que dijo:

El Planeta Agua es un programa que nace –no nacen todos los días programas para la defensa de la naturaleza– como un programa insólito, un programa sostenido por un grupo de enamorados de la naturaleza, que quieren salvar la naturaleza. Y, en este programa, les aseguro que, el menos protagonista, pretende ser un servidor de ustedes. 

Queremos que protagonicen el programa los científicos, los proteccionistas, el hombre de la calle, el anciano y el niño. Y como el agua lo es todo, porque está en la esencia misma de la vida, lo mismo podemos tratar de defender un pico de los Pirineos, el último que queda ya hermoso, rutilante y equilibrado, que quieran transformar en una estación de esquí; que podemos luchar por una parcela de resecas encinas o por el último río truchero y salmonero de la cuenca cantábrica. 

¡Qué maravilla, qué ventura, qué suerte, si este programa llega a tener larga vida! Hay en él toda una plantilla de personas que se van a dedicar a facilitar la defensa de la naturaleza. (…) Y nuestra ilusión, sobre todo, nuestra alegría, al saber que vamos a tener finalmente la oportunidad de lanzar un S.O.S. al país, de hacer un programa en defensa de la naturaleza. 

Después de esta introducción breve, quizá apasionada por mi parte, vamos a respetar la estructura básica que tendrá el programa en el futuro. Primero, una recopilación hecha en el acervo cultural de la humanidad, de temas relacionados con la conservación y con el agua. Después, palabras de científicos, que queremos que estén siempre como apuntalando este edificio que no nos gustaría que fuera frágil, puesto que sospechamos que va a tener que soportar embates. 

Luego, unos minutos, quizá un cuarto de hora de divulgación, realizados por éste, su amigo y servidor. Les hablaré de muchas cosas, relacionadas de alguna manera con la vida, con el agua, con la muerte, con toda esta aventura que, en otro programa, he llamado La Aventura de la Vida. 

Y finalmente viene lo más importante, lo que viene ahora, luego viene usted, representado hoy, aquí, en el estudio, por un hombre que nos va a contar algo respecto a uno de los puntos más conflictivos de España, el Coto de Doñana, (…) Se trata del profesor González Bernáldez, ecólogo de fama mundial, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, investigador que ha realizado estudios conocidos en el propio Coto de Doñana. 

El agua, que es al menos en criterio de este modesto divulgador de las Ciencias Naturales, elemento esencial y primordial para la vida, en numerosas ocasiones, su ausencia, ha puesto en peligro la vida en el Coto de Doñana. Estamos alarmados porque nos llegan comunicaciones y cartas de todo el país en las cuales se pone de manifiesto la preocupación de los españoles por Doñana. Pero no solamente nos llegan de todo el país, sino también del mundo entero”. 

Las pretensiones eran ambiciosas. Empezando por cambiar el nombre al Planeta,  llamándolo Agua, no Tierra, dado que el 70% de la superficie –y el 70% de los organismos vivos que lo habitamos– somos agua. Por primera vez se daba protagonismo al elemento clave de la vida, anticipándose en años a lo que hoy es prioridad absoluta.

El nuevo espacio radiofónico pondría el dedo en la llaga de los atentados ecológicos que la administración franquista llevaba 40 años realizando. Proponía movilizar a la sociedad para oponerse a los mismos. El aval científico para la emisión inaugural lo buscó en González Bernáldez, precisamente, en el catedrático de la Universidad de Sevilla que acababa de ser desestimado por Franco para llevar las riendas de Doñana. Un detalle digno de analizar, teniendo en cuenta que podría haber llamado a Valverde o a Castroviejo, designado director de la EBD, dada la vieja amistad de Félix con ellos y la lucha que llevaban sobre sus espaldas para salvar Doñana.

 

Rodríguez de la Fuente entrevista a Bernáldez en la radio

 

La entrevista que Rodríguez de la Fuente hizo a Bernáldez en la primera emisión del programa El Planeta Agua, empezaba así:

– Querría preguntarle yo al profesor González Bernáldez, que vive estos problemas de cerca, puesto que ha hecho largos estudios en esta región. ¿Es tan importante como dicen el Coto de Doñana?

– “Es muy importante. Es muy importante por muchas razones. Se trata de una de las pocas reservas, de los pocos parques nacionales de tipo costero, de tipo litoral, y concretamente en España desde ese punto de vista es único. (…) La construcción de rascacielos, de urbanizaciones pegadas a la línea del agua, han acabado con una enorme fracción de nuestra naturaleza costera, de los ecosistemas próximos a las playas, y desde ese punto de vista, el Parque Nacional de Doñana tiene esa importancia primordial de estar muy cerca del mar, de ser en suma nuestra única reserva de ese tipo de ecosistema hoy desaparecido en España. (…)

Pero la importancia fundamental se debe a que se trata de una zona muy importante por su relación con la fauna europea de aves migratorias que necesitan esta zona del sur de España en invierno, donde acuden miles de ejemplares de aves que necesitan este territorio para alimentarse durante la época fría. También por conservar especies típicas de la fauna española, hoy en trance de desaparición, como el águila imperial, el lince, el meloncillo, etc.”

– Es decir, profesor, que el Coto de Doñana no solamente es importante por consiguiente para la fauna española, sino también para la fauna del resto del mundo, de una gran parte de Europa.

– “Es enormemente importante. Y si los parques nacionales se hiciesen en Europa como parece que va a ser ahora el criterio, de una manera racional, buscando una cooperación entre los países y buscando aquellos territorios que son necesarios para el mantenimiento de las especies, de una manera sistemática, digamos entonces, Doñana y muchas de las zonas húmedas del sur de España serían un eslabón imprescindible para el mantenimiento de muchas especies europeas.”

– Profesor González Bernáldez, ¿cuáles son los peligros que teme la ciencia que puedan acabar de una manera inesperada con la joya de la ecología española, con la reserva diríamos que más importante quizá de toda Europa? 

– “Los peligros que amenazan Doñana se han convertido ya en cierto modo en algo clásico porque se vienen denunciando desde hace bastante tiempo. En gran parte la reserva está amenazada y también el parque por la creciente expansión de las urbanizaciones de tipo costero que ya han cerrado el paso al mar, a una parte importante del borde marítimo de la reserva biológica y que amenazan con cerrar por completo el paso del parque al mar, siguiendo un trazado costero con una carretera a lo largo de la playa (…). Pero, por otra parte, estos mismos proyectos, relacionados con las urbanizaciones, como son el trazado de una carretera litoral, puede destruir una parte muy interesante del parque, que son las dunas móviles, que tienen un gran interés turístico, pedagógico, científico, que pueden ser en el futuro un espectáculo de gran valor para la cultura de las masas, si se le deja intacto, tal como está, porque constituye uno de los sistemas de dunas más importantes del mundo y, sin duda, el mejor y más interesante de Europa. Existen también otros problemas –puesto que estamos hablando desde la perspectiva del agua– relacionados con planes de regadío, en zonas limítrofes con el parque y que, al parecer, pueden llevar consigo unos vertidos de aguas de drenaje procedente de las aguas de riego que llegarían a la marisma.”

– “Profesor González Bernáldez, el agua, ese elemento básico para la vida, la cuna de la vida, el elemento que da característica, color y esencia a nuestro planeta, que como decíamos debía llamarse en punidad el planeta Agua, ¿está en peligro? ¿Cuál es la situación de las aguas superficiales, freáticas, profundas, de esos caudales necesarios para la vida?

– “El agua va en camino de convertirse en uno de los problemas, en uno de los recursos naturales más problemáticos en todo el mundo. Hace unos años, antes de que se presentase la crisis de la energía, se confiaba bastante en la posibilidad de utilizar el agua del mar, de desalinizar el mar a bajo coste, pero actualmente la crisis de energía ha puesto esto otra vez en cierta cuarentena. Y el problema del uso creciente del agua, sobre todo para finalidades industriales, está haciendo que el agua se convierta en un problema de primera magnitud. (…)

Actualmente, la contaminación química y muy posible también en el futuro la contaminación térmica de los cursos de agua presentan un problema bastante grave. Pero ya sólo el uso cada vez más grande que se hace del agua la hace cada vez un recurso más raro. Yo pienso que es muy importante el que se dirija un visión de conjunto al problema del agua, como pretende hacer este programa. (…) 

Se sabe por ejemplo que hay desastres de tipo catastrófico, como son inundaciones con numerosos muertos, del tipo de las que hemos tenido por desgracia en España no hace mucho tiempo, que se deben en el fondo a problemas de tipo ecológico, por la desaparición de los bosques, por la desaparición de la vegetación natural, desde hace ya muchos años, en muchos casos son historias muy antiguas, en las sierras y las zonas de recepción de las lluvias, que pueden ser aprovechadas de una manera mucho más eficientes si existe un suelo vegetal, si existen bosques, si existen matorrales naturales, que en lugar de hacer que ese agua, una vez llega al suelo, empiece a circular a gran velocidad arrastrando coladas de barro, en función de una fuerte erosión, y llegando enseguida al mar, produzcan un ciclo mucho más reposado, mucho más suave, que permita utilizar ese agua con mucha mayor eficiencia. 

Desde ese punto de vista, la conservación de la naturaleza, la conservación de áreas enteras en un estado de equilibrio, sin perturbaciones importantes de su vegetación y su fauna, tiene mucho que ver, insisto, con la utilización al máximo del ciclo hidrológico.” 

Premonitorias palabras, las del profesor Bernáldez, y extraordinarios seres humanos los que en los inicios de la transición española a la democracia, lucharon por hacer evolucionar el sistema socioeconómico del Antiguo Régimen, neolítico, hacia un modelo de desarrollo sostenible, basado en el conocimiento científico y en el respeto a la vida.

* Benigno Varillas, edita la revista El Cárabo. Fue periodista del diario El País (1976-90). Fundó y dirigió la revista Quercus (1981-2001). Asesor en TVE y otras instituciones. Biógrafo de Félix R. de la Fuente. Autor de «Cazar lo Libre, reflexiones cinegéticas” (2019); «Recuperar lo Libre, bisontes” (2020); «Descubrir lo Libre, Paleolítico y vida salvaje” (2021); y «Luchar lo libre, 1977, el año que impedimos a Félix ser presidente de gobierno” (2022). Disponibles en  www.elcarabo.com